Vaya por delante que Fear Factory son una de las bandas más importantes de mi adolescencia. Su Demanufacture coincidió con mis primeros pinitos en el metal extremo y la huella que dejó en mí fue muy, muy honda. Sin embargo, los constantes vaivenes les impidieron alcanzar el hueco que ahora ocupan Slipknot. Coincidir con el momento álgido del nu-metal les perjudicó, porque estando más cercanos al death metal se les metió un saco que no era el suyo.
La formación Cazares/Bell/Herrera/Wolbers (a pesar de que, al parecer, este último no tocó en el álbum) se mostraba como una apisonadora. Los siguientes discos no estaban mal, con algún altibajo (Digimortal) pero en general, el sonido industrial/metalero estaba ahí.
Luego llegaron los problemas, con la desaparición de la banda en 2002 y su posterior vuelta meses después con una formación en la que Dino Cazares brillaba por su ausencia y en la que Wolbers asumía la grabación de guitarras y bajo y se repartía la composición con el batería Raymond Herrera. Así grabaron dos discos (Archetype y Transgression), pero tras la publicación de este último la banda no siguió adelante y se disolvió de nuevo en 2006.
Pero ojo, que sigue la historia: en 2009 la banda vuelve de la mano del vocalista Burton C. Bell y el recuperado Dino Cazares, que reclutaron al batería Gene Hoglan para completar la formación. Así grabaron otros tres discos (Mechanize, The Industrialist y Genexus, en el que entra el batería Mike Heller). Tres discos algo más inspirados que los anteriores, en los que se nota la presencia de Dino Cazares y su reconocible estilo compositivo, pero que tampoco igualaron el legado de los 90.
Cuando parecía que la banda había cogido ritmo, de nuevo el silencio. Al parecer, una disputa judicial entre Burton C. Bell, Raymond Herrera y Christian Wolbers por los derechos del nombre de la banda (de los derechos sobre la discografía hablaremos en otro momento). Años de batalla judicial paralizaron la actividad de la banda, que teniendo un disco grabado tuvo que mantenerse en silencio: nada de publicar música, nada de giras.
Mediado 2020 el culebrón daba un nuevo giro: Burton C. Bell ganaba el juicio y era el dueño legal del nombre y derechos de Fear Factory, pero Dino Cazares le compraba inmediatamente todos esos derechos. Parece ser que a Bell la batalla judicial le había dejado financieramente muy tocado y Cazares (que tampoco debe andar muy boyante, por cierto), aprovechaba la ocasión para hacerse con el botín de su compañero de banda, aunque anunciaba que iba a compartir todas las decisiones con él y todas esas declaraciones de amor.
Poco duró la calma. Al de pocas semanas Cazares abrió un crowdfunding para regrabar las baterías, remezclar y remasterizar el disco, marcándose un objetivo de 25.000 dólares (y sin recompensas para los patrocinadores). Recordemos que el sello ya había pagado la grabación, producción, mezcla y masterización y que todo esto obedecía, según Cazares, a la intención de “ofrecer el mejor disco posible de Fear Factory”. ¿El resultado? Una oleada de críticas y la huida por este motivo de Burton C. Bell. En el colmo de los colmos Fear Factory publicarán el álbum con un vocalista que no presentará el disco en directo. Tremendo.
Han pasado 25 años desde la salida de Demanufacture y Fear Factory siguen al pie del cañón. Pero no cabe duda de que han pasado de ser una de las promesas del metal, autores de un sonido único, fresco y nuevo, a ser protagonistas de un culebrón en el que los egos (Cazares no se habla con Herrera y Wolbers -es más, a este ni lo menciona por el nombre- y a saber cómo están las cosas con Bell), las rencillas y una increíble capacidad para no estar en el sitio adecuado en el momento justo han dado al traste con lo que podía haber sido el relevo natural de las grandes bandas de los 80.
Quizá Fear Factory llegaron demasiado pronto, quizá ser tan distintos les impidió crear una escena a su alrededor o vaya usted a saber qué, pero el trono que hoy ocupan Slipknot como banda de metal mainstream parecía que iba a ser ocupado por Fear Factory. Una pena, pero así es el mundo del espectáculo.