«Montenegro» nuevo disco de Ànteros

Aun a riesgo de sonar típico, “Montenegro” empieza con un nuevo despertar. No todo el mundo tuvo la misma suerte durante el caótico periodo pandémico recién vivido. Para Ànteros el mordisco hizo sangre. La salida de “…y en paz la oscuridad” (Aloud, 2020), elegido entre los mejores discos del año para Mondosonoro o Rockzone, se vio enturbiada por la poca posibilidad de hacer conciertos de presentación, y es que el rock contundente fue uno de los géneros más afectados por aquella moda pasajera (la única vía de salvación) de hacer conciertos para público sentado.

Por eso, el despertar dura poco y la rabia contenida se apodera del mensaje y explota en ese “Culto al Fuego” que quema de manera inminente. “Nada más temible que bestia acorralada”, grita Endika Pikabea (guitarra y voz) en “Frágiles”, segundo tema y dónde ya nos encontramos a los Ànteros de siempre haciendo lo que más les gusta: sonar contundentes, abrasar con las guitarras, remover conciencias con sus ritmos y dar libertad al oyente para interpretar unas letras cada vez más certeras y directas. Un mensaje claro al hacer las cosas a su propia manera parece resonar en la estrofa: “¿Quién te condena al fracaso? Vale la pena el sudor, sacrificio y evitar los atajos”. Destaca aquí la colaboración de Rubén Ramos (Los Sanchos, Cohen).

Durante 22 escasos minutos, Ànteros firman un trabajo que bien podría ser un epílogo de su anterior disco. De eso habla “Cielo abierto”, de los caminos ya andados, de la sensación de repetición y sobre todo, de los restos que deja cada intento, cada paso, cada disco. Ànteros han sabido recomponer todos esos restos, juntar las piezas, engrasarlas y reencontrarse en el local de ensayo. “Montenegro” resalta todas sus cualidades y de alguna manera eleva a su máxima potencia las virtudes de la banda.

Los juegos de voces, que se hicieron patentes en su anterior disco, lucen como nunca en “La Hoguera” y en “Elurra / Heriotza”, dónde el ambiente vuelve a ser sombrío y la oscuridad se apodera una vez más de la jugada. En este último tema, Endika dedica unos impactantes versos en su euskera natal a su amona, su abuela, fallecida hace pocas fechas.

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