Permítanme ponerme y quitarme el sombrero para rendir justa pleitesía a una de las firmas musicales más importantes del país, el señor Fernando Martín. Director de la revista Madrid en Vivo, crítico en El País, colaborador en RNE -entre otras pinceladas- y compositor y cantante en Desperados, junto a su añorado hermano Guillermo, con el que también montaría el dúo The Neverly Brothers, hoy participa en esta nueva entrega de la sección On the Record para conocer más de sus pasiones y escuchas musicales.
¿Cuál fue la primera canción o disco que te enganchó?
Il Mondo, de Jimmy Fontana. Juraría que en mi barrio -Carabanchel- a principio de los 60 había un bar con un a máquina llamada Scopitone en la que, por una moneda, a través de una ranura podías ver una película musical de una canción. Como una Rock-Ola, pero con películas musicales. Aquellas máquinas duraron muy poco. La canción me llamó la atención porque la había oído por la radio, pero no le había «puesto cara”. Yo tenía cuatro o cinco años. Después llegarían Elvis, Sinatra, los Beatles, los Brincos…
¿Y las primeras bandas o artistas de quienes te hiciste ferviente seguidor?
Los Beatles, porque salían playback de sus temas interpretados por actores en el programa de TV Escala en HiFi, y los Brincos, porque estaban en todas partes: radio, tv… Después los Bravos. Estoy remitiéndome a la primera década de mi vida. Con doce o trece años todos los éxitos de grupos glam que sonaban en la máquina de discos de los billares del barrio: Bowie, T-Rex, Slade, Sweet, Suzy Quatro
¿El primer álbum que te compraste?
Abbey Road, de los Beatles. Tenía 13 años
¿Y el primer concierto al que acudiste? ¿Qué es lo que más recuerdas de él?
Burning y Doctor Feelgood o al revés. Me chocaban que eran todos muy feos y sonaban con mucho ruido, pero el ambiente era muy excitante y me sorprendía la gente que se sabía las canciones de Burning y las cantaban.
Idem con el primer bolo que cubriste de una manera ‘profesional’… ¿dónde fue y con qué edad?
Gabinete Caligari en el Rock-Ola. Para El País. Tenía 23 años. Me lo encargaron porque los dos críticos oficiales no podían ir. Yo curraba en Radio El País y el jefe de Cultura, Juan Cruz, me mandó a hacerlo. Yo hasta entonces no había escrito un folio seguido en mi vida como no fueran redacciones del colegio e iba acojonado. Estuve toda la puta noche ante la máquina de escribir, rodeado de bolas de papel repletas de intentos fallidos. Cuando ya estaba desesperado porque todo lo que escribía no me molaba nada, a eso de las cinco de la mañana se me encendió la bombilla y, como acababan de sacar el Sangre Española, agarré una crítica taurina de Joaquín Vidal y fusilé todo el lenguaje: “El grupo salió a puerta gayola y recibió al respetable con media verónica…” No entregué la critica en mano de la vergüenza que me daba. La dejé sobre la mesa del jefe de Cultura y salí corriendo y pensando que ahí había terminado mi carrera como crítico. Al día siguiente, varios periodistas del periódico me felicitaron: “Tienes una manera de escribir muy visual…” . Y hasta ahora: 38 años escribiendo de música.
Concierto más especial al que has asistido hasta ahora…
Ray Davies con un guitarrista francés contando la historia de los Kinks entre canción y canción. Cada vez que nombraba a su hermano Dave y la gente aplaudía, él decía: “ No, por favor, no aplaudan» Lo ví junto a Wyoming -somos amigos desde hace muchos años- y nos las cantamos todas. El día anterior le había entrevistado (a Ray, no a Wyoming ), cosa que me hizo bastante feliz, la verdad .
Lo mismo con disco y/o canción que te llenen de una manera única, si es que puedes elegir…
Todo el Rock’n’Roll Animal de Lou Reed, al único disco que he comprado tres veces. De las dos primeras, una vez alguien lo quemó con un cigarrillo en una fiesta y el segundo me lo robaron. Me tenía hipnotizado. Aún ahora me sé cada arreglo de cada canción.
Alguna anécdota que te venga ahora mismo a la cabeza al entrevistar a algún grupo, o cubrir un concierto…
Muchas. Entrevisté a Lou Reed y una amiga le lanzó un ejemplar de la revista en la que trabajaba: “¡Mr. Reed, wash your shit with it!”. Menudo mosqueo se pilló. También entrevisté a Iggy Pop en Londres. Cuando llegó al hotel en el que yo le esperaba, miró la mesa y dijo sonriendo y en perfecto castellano: “¡Ah, españoles! Café y cigarrillos por la mañana…”. Eran otros tiempos, claro. En cuanto a anécdotas en conciertos, cientos, porque he visto más de mil.
¿Cuál o cuáles serían los discos que más has podido escuchar hasta el momento?
Rock’n’Roll Animal, de Lou Reed,. Exile on Main Street, Beggars Banquet y Sticky Fingers de los Stones, Schoolboys on Disgrace de los Kinks, Ziggy Sturdust de Bowie, Brothers and Sisters de Allman Brothers Band, Never mind the bollocks de Sex Pistols, London Calling de The Clash, Nevermind de Nirvana… Faltan muchos. Soy muy obsesivo y cuando me da por un tema…
Una canción para venirte arriba…
A town called Malice, de The Jam; Our House de Madness, In Betweenies de Ian Dury… Lo mismo. Sé que me dejo en el tintero un montón de ellas
Una canción que siempre te lleve a la melancolía…
Broken English, de Marianne Faithfull.
Fuera de discos y canciones, ¿qué lectura de temática musical recomendarías?
«No Irish, No Blacks, No Dogs», la autobiografía de John Lydon. También las autobiografías de Keith Richadrs, Ronnie Wood y Pete Townsend. No me gustan las biografías de músicos hechas por otros; suelen ser tendenciosas a favor o en contra. También me gusta «Por favor, mátame. Una historia oral del punk» de Legs Mcneil y Gilliam McCain y últimamente leí y me hizo mucha gracia «Estrategias sobrenaturales para montar un grupo de rock» de Ian Svenonius, en el que, mediante una sesión de médiums, las grandes estrellas del rock ya fallecidas cuentan sus secretos, un auténtico descojone.