Paul Weller en Bilbao: un muy buen concierto… con un repertorio mejorable

Texto: Alex Orbe.
Aunque no llegaron a venderse todas las entradas se veía bastante llena la sala Santana para ver a Paul Weller (Woking, 1958). Público maduro, la media de edad rondaría los 50 años, con algunos mods de cuidado aspecto, una pequeña representación foránea y la habitual parroquia bilbaína habitual en estos eventos de nostalgia musical. Arrancó con 15 minutos de retraso con el público apelotonado en las primeras filas y con un olor a humanidad evidente ante la falta de aire acondicionado -que fue encendido cuando ya llevábamos un rato largo de bolo-.
El músico inglés salió acompañado de su fiel Steve Cradock a la guitarra, con bajo, teclado, dos baterías y un saxo (que simultaneó con la flauta travesera en algunos temas). El sonido fue excelente y se pudo escuchar a una banda bien engrasada que, sin embargo, se mantiene bastante fría en su relación entre los miembros y con poca complicidad frente al público donde Weller se muestra como único interlocutor.
El repertorio tiró más de sus últimos álbumes en solitario -On sunset (20) y Fat pop (21) especialmente- con cierta languidez soul en muchos momentos y un permanente acompañamiento del saxo. El público agradeció las breves incursiones en el repertorio de The Style Council así como el trío de canciones de Stanley Road (95). La que da título al álbum, por cierto, fue uno de los momentos más celebrados del recital junto a Shout to the top (donde perdimos visión por la obsesión de la peña por grabar con sus móviles vídeos que jamás volverán a ver) y las dos incursiones en su legado con The Jam, una de las cuáles, “That’s entertainment”, cerró el concierto en el segundo bis.
En resumen, un bolo perfecto en el sonido, algo frío en su relación con el público y con un repertorio más centrado en su época actual que en sus éxitos pretéritos que por momentos llegó a sonar más cercano a la “música contemporánea para adultos” que a la energía new wave y soulera de sus primeras bandas. Un muy buen concierto pero que podía haber tenido un repertorio mejor: Se echaron de menos algunos temas por dejar hueco a otros menos relevantes.
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