Eric Fuentes, productor y líder de los The Unfinished Sympathy, presenta el enérgico “Hostia y Perdón” (HangTheDjRecords), su primer trabajo en castellano. Un derroche de creatividad al que nos tiene acostumbrados, pero ¿qué íbamos a esperar de alguien que lleva más de 30 años reinventándose? Hablamos con él de eso y mucho más en esta interesante charla.
Si antes pensábamos que no tenías freno a la hora de probar y experimentar, ahora vienes con “Hostia y Perdón” y definitivamente nos lo confirmas. ¿Cómo surge este salto hacia una música mucho más pop y animada?
Casi por eliminación; no iba a hacer un disco de rock porque tengo The Unfinished Sympathy para hacerlo; tampoco uno de metal o hardcore, tengo Mad Squad. Pensé en montar un formato de cantautor techno en plan Joe Crepúsculo, pero creo que carezco de las virtudes necesarias para que funcionara, así que descarté hacer un disco con bases electrónicas. Tampoco uno acústico, ni nada que me sonara a nada de lo que me rodease. Entonces, sin objetivo concreto, monté unas cuantas canciones donde hubiera casi de todo, rock (batería y bajo y alguna guitarra), electrónica (sintes y sintes y más sintes), samples y algunos instrumentos puntuales (saxo, congas, shitty flute…) y todavía más pistas de midi. Añadí unas voces sencillas, más bien clásicas desde mi punto de vista, y dejé que fuera el momento de la mezcla el que incluyera casi todas las decisiones importantes. Así que, hasta ese momento, el final del proceso, durante la mezcla, no tuve ni idea de lo que estaba haciendo.
¿Durante cuánto tiempo y cómo ha sido el proceso de creación de “Hostia y Perdón”?
Ha sido el disco que más tiempo me ha llevado hacer, cuatro años desde las primeras demos que hice en diciembre de 2017 con el fin de hacer un nuevo disco y publicarlo quizás al año siguiente. Pero la cosa se alargó. Y con el paso de esos 4 años sumé las demos de 2017, basadas en samples, con unas acústicas de 2018, recuperé una canción que empecé a trabajar (y no es coña) en 1994 (‘Navegantes’) y otra de 2012 (‘Eso es lo que querría yo’), y lo que tenía que ser un nuevo tema de The Unfinished Sympathy al que le di la vuelta (‘Orgullo cultural’).
De los diez cortes, ¿por qué ‘Entrégate Ya’ y ‘Un Claro de Luna’ fueron los elegidos como presentación del álbum?
Después de un sondeo a personas próximas, partícipes del proyecto en mayor o menor grado.
Personalmente, ‘Navegantes’ me parece un auténtico temazo. Desde la ignorancia, encaja a la perfección, tengo la sensación de que no sobra ni falta nada. ¿Cómo decides qué es lo que entra y que sale en canciones como esta? ¿Tiendes a dar muchas vueltas a las composiciones o sabes lo que requiere cada tema desde un principio?
Como te comenté antes, la canción nació en 1994. Era como un reguetón oscuro de guitarra acústica en catalán. Pero tenía frases muy largas y me quedaba sin aire al cantarlas y me cansé. La retomé años más tarde y grabé otra demo con batería y bajo que años después he visto que se parece mucho a ‘Both Ends Burning’ de Roxy Music. Pero tampoco me gustó, todavía no había resuelto las voces. Para este disco la recuperé, lo primero que me pasó es que probé a convertirla al castellano y me convenció como nunca antes. Hice una letra más equilibrada, pero sobre todo se me ocurrió que, si las frases eran largas, mejor que fuera una canción coral, con varias voces protagonistas que narraran una pequeña aventura. Marc Fernández de Wood y Joan y Aleix de Cala Vento lo bordaron haciendo de esos marineros.
Las letras de ‘Un Claro de Luna’, ‘Hostia y Perdón’ nos acercan a la parte más melancólica del disco. ¿Podrías hablarnos un poco sobre ellas?
‘Un claro de luna’ la canta alguien que revisa con nostalgia su carrera musical y como echa de menos sus “golden years”… es sobre un amigo, vaya, ehem. ‘Hostia y Perdón’ la canta alguien que se pasa la vida deseando que la maldad de la que es víctima se convierta en bondad hasta resignarse a que eso no pasa.
¿Cantar en español te hace expresar de una forma diferente? Se te ve muy cómodo.
Es que lo estoy, y eso es nuevo y hasta cierto punto inesperado por mí mismo. Y en realidad no debería serlo, pero quizás mi pensamiento sobre el idioma en el pop-rock, si debe ser el local, autóctono (en mi caso el catalán) o universal (inglés), no dejaba espacio para el castellano, que para mí está en medio de las dos; no es mi lengua materna, pero la domino como si lo fuera, y es lo suficiente ajena a mí, como el inglés, para que me dé la fantasía que necesito para mi aventura creativa.
Ocho años desde tu último LP en solitario, Eric Fuentes/Barcelona (2014), durante este tiempo has estado ejerciendo como productor de bandas como Cala Vento, Trinitat Nova o Wood… Pero esta faceta viene de mucho antes, tengo entendido que tu primer trabajo en solitario “Descarrilant” (1997) fue cuando entraste en contacto con el mundo de la producción. ¿Qué fue lo que te llamó la atención de todo esto?
Sobre todo, la parte creativa, descubrir la grabación por pistas es un punto de inflexión para cualquier creativo musical. Cuando tenía 13 años me grababa tocando una guitarra rítmica en un radiocasete doméstico. Después lo reproducía con otro radiocasete, el de mi padre, yo tocaba un solo encima y todo se grababa en el otro radiocasete. Ahí descubrí el placer de superponer melodías y ritmos, y como la imaginación abre una puerta nueva cada vez que abres una nueva pista. En 1992 mi amigo Akira Taniguchi se compró un 4-pistas Tascam en EEUU y, solamente llegar y enseñármelo, se lo confisqué, literalmente, y todavía lo tengo. Ahí tuve una explosión creativa que años después todavía me sirve, como te comentaba en ‘Navegantes’. A los 21 y con algo de ahorros me compré un 8 pistas digital Fostex, y con él, una caja de ritmos, un bajo, una guitarra y un tecladillo grabé ’Descarrilant’ en mi cuarto, en 1997. Algunos grupos se enteraron de que yo tenía ese multipistas y me reclamaron como grabador de maquetas, cosa que hice con cuatro o cinco artistas, a destacar el grupo de mi hermano, Grunen, o Colombo, con un ex-miembro de Trips, donde conocí a Oriol Casanovas, guitarrista de The Unfinished Sympathy. Muchos años más tarde, en 2004, Albert Guàrdia de The Moon Men, ahora batería de Nueva Vulcano, me contrató como productor de voces de su segundo disco porque creía que el nivel de inglés de sus cantantes era bajo y requería supervisión especializada. Así empecé como productor de voces; Santi García me reclutó para producir las voces de un grupo a quien estaba grabando, Icebend, y fueron entonces Rosa-Luxemburg quienes me llamaron para ser el productor artístico de su disco. Eso llamó la atención a un par de grupos valencianos, 121 db y posteriormente Mai Mai que me llevaron al inicio de mi profesionalización como productor, que fue en 2015 con Cala Vento.
Para ti, ¿tiene sentido crear música sin lanzarse a experimentar por el camino? ¿Crees que tu papel como productor aquí ha podido jugar a favor?
Tiene que haber de todo, creativos que sostengan una sola idea durante 20, 30 o 40 años de carrera (Iron Maiden, Ramones, AC/DC…) y creativos que se obliguen a sí mismos a no repetir demasiados patrones (David Bowie, Faith No More, Weezer…). Yo necesito las dos concepciones, pero quizás me identifico un poco más con la segunda.
¿Cuáles son las piezas a las que sueles prestar más atención a la hora de producir a una banda?
Tesitura de voz, tempo, grado de distorsión global y particular, sobre todo en instrumentos de cuerda, secuencia narrativa de la composición, métrica de las letras e identificación de tesoros musicales entre la paja, sean una canción o una simple idea.
Acumulas una trayectoria larga y muy variada donde has podido estar al frente de proyectos musicales como solista, formar parte de reconocidas bandas (The Unfinished Sympathy, Mad Squad) y, como hemos comentado, producir a otras muchas. Por no hablar de los estilos musicales… A nivel artístico y personal, ¿qué aporta haber vivido en primera persona diferentes puntos de vista y vertientes creativas?
Sobre todo, el placer del aprendizaje. No soporto quien va por la vida de sabio, alardeando de lo que supone que son conocimientos, y admiro a quien se toma la vida como un camino de aprendizaje hacia la sabiduría como objetivo, aunque ésta nunca se alcance.
No creo que sea casualidad que tanto tú como tu hermano Pol (director audiovisual, músico y actor, entre otras cosas) compartáis un perfil tan creativo y versátil, ¿de dónde surge esa inquietud?
Como reacción a la vida de funcionarios de nuestros padres (risas).
Como artista que lleva más de 30 años participando activamente en el mundo de la música (bueno, como artista y como licenciado en filosofía, manga ancha para opinar sobre el tema), ¿hacia dónde crees que va la música?
Hacia la desaparición de las estrellas de la música, de los nombres propios, del ego musical, algo en lo que ha sido pionera la música electrónica desde el principio: importa el beat, las texturas y muchas cosas, pero no tanto el nombre del productor, que a menudo utiliza alias. Hoy día el modelo Spotify da una transversalidad enorme a la hora de escuchar música, y la cantidad de obra es tan ingente que ni te preocupas por el nombre del artista, lo arrastras a tu playlist para que suene y listos, acumulando horas de música que ya son tu discografía seleccionada, pero de la cual ignoras el nombre del artista en la mayoría de los casos. Además, cada vez más personas crearán música, las posibilidades actuales de Traktor, Ableton Push y tantos otros dispositivos permiten literalmente a cualquiera crear una secuencia musical decente. Cuando a todo esto añadamos la tecnología virtual, la música será un fluido constante de las personas hacia las personas, y se perderá el hilo conductor del creativo como personalidad artística como en el pasado.
¿Alguna banda nacional o internacional que quieras animarnos a escuchar?
Hundred Waters, Family Time, Tigers Jaw, Broods, Santigold, Protomartyr, Mendra, Casi Reptil, Los Yolos, Calendula, Alien Boy, Les Salvatges…