Javier Remirez de Esparza Cabodevilla, Javier Escorzo (Pamplona, 1976) es un melómano integral y periodista musical que refleja su pasión a través de su trabajo en diferentes medios. Hace varios años que su pasión le llevó a escribir su primer libro; «Hoy el viento sopla más de lo normal. Mikel y Diego mucho más que Duncan Dhu». Ahora presenta el segundo; «Balmoral. Loquillo, por un instante, la eternidad» (EFEEME, 2020). Durante más de dos años se ha dedicado a confeccionar el relato que gira alrededor de «Balmoral», uno de los mejores discos (el mejor para mí) de Loquillo. Escorzo ha compaginado durante este tiempo sus crónicas de conciertos, reseñas y entrevistas con una recopilación de testimonios acerca de ese momento de la carrera de uno de los iconos del rock español. Hoy hace un hueco en su agenda y contesta a nuestras preguntas.
Escribir sobre un artista como Loquillo tiene algo de arriesgado. Se le quiere y se le odia a partes iguales…
Vivimos en una sociedad cada vez más polarizada. Hoy en día, si dices algo con un mínimo de contenido es inevitable que algún colectivo se ofenda y que mucha gente te odie. En el caso de Loquillo, él siempre ha tenido una personalidad muy fuerte y esto ha marcado su carrera, creo que para bien. Personalmente, nunca me han interesado los artistas sin discurso, me parece que están vacíos de contenido; ese discurso no tiene que ser necesariamente político, claro, pero para que un artista me llame la atención, tiene que tener un mensaje, el que sea. En ese sentido, el Loco tiene unas coordenadas muy bien definidas y nunca ha pretendido gustar a todo el mundo. Recuerdo que hace muchos años tuve una camiseta de Loquillo en la que ponía: “A nuestros enemigos, porque ellos nos dan la fuerza para seguir adelante”.
“Balmoral”, para quienes seguimos al Loco, es mucho más que un buen disco. ¿Qué te llevó a escribir sobre este trabajo? ¿Por qué después de tanto tiempo desde su publicación?
Decidí escribir sobre Balmoral por lo que tú mismo has dicho en tu pregunta: porque es mucho más que un buen disco. Fue el primer álbum que grabó sin los Trogloditas, lo que me daba pie a hablar del final de una banda legendaria del rock español. Curiosamente, la despedida de los Troglos coincidió en el tiempo con su reconciliación con Sabino, ese era otro tema importante a tratar. Por otra parte, fue la culminación de un proceso de búsqueda que comenzó a principios de los noventa; esa me parece una etapa especialmente interesante de su carrera: todo lo que investigó, todo lo que peleó, todo lo que aprendió, los discos de poetas, el disco de jazz… Tuvo que enfrentarse a muchas cosas dentro de su entorno, de la industria discográfica e incluso del público, que durante años le dio la espalda. Al final, no se rindió y el tiempo puso a cada uno en su lugar. Y luego está el propio disco, que me parece una de las grandes obras del rock español de las últimas décadas, en la que Loquillo consolidó un equipo de trabajo (compositores, productor, banda, discográfica, oficina de management…) que ha sido clave en sus años posteriores. Balmoral, además de ser un disco excelente, tiene muchas historias detrás, por eso me daba mucho juego a la hora de ponerme a escribir.
Han sido casi dos años de trabajo y con una pandemia de por medio, ¿Qué es lo que más te ha costado dentro de la elaboración?
Realmente no ha sido un proceso muy costoso, lo he disfrutado mucho. Cuando voy a escribir sobre algo, lo que sea, siempre sigo el mismo método: primero voy a imaginándolo y dándole forma en mi cabeza, tomando alguna nota, organizando mentalmente cómo empezaré, cómo terminaré, con quién hablaré, cómo serán los capítulos, en qué parte contaré cada una de las cosas que quiero expresar… Eso es lo que más tiempo me lleva. En el caso de Balmoral, cuando ya tuve un guion de lo que sería el libro, me puse con las entrevistas. Hasta que no hice las últimas, que fueron las del Loco, no quise empezar a escribir, aunque para entonces ya tenía el esqueleto del libro perfectamente definido.
¿Has quedado satisfecho con el resultado?
Pues no quiero parecer presuntuoso, pero la verdad es que sí, estoy muy contento con el resultado. En lo que respecta a mi parte, que es el contenido del libro, he podido desarrollar todos los temas que me parecían importantes cuando me planteé escribirlo, no se me ha quedado nada en el tintero. Otros dirán si lo he hecho con mayor o menor acierto, pero yo estoy satisfecho. Y en lo que respecta al continente (maquetación, diseño, portada, presentación, encuadernación…), creo que el equipo de Editorial Efe Eme ha realizado un trabajo magnífico, les estoy muy agradecido por todo el cariño y esfuerzo que le han dedicado a este libro.
Para recoger toda la información de primera mano has podido entrevistar a casi todos los que de una manera u otra formaron parte del disco. ¿Ha habido alguien que te haya sorprendido?
No me ha sorprendido nada en concreto, sino, en general, el alto grado de colaboración que han aportado todos y cada uno de ellos. Me han puesto todas las facilidades del mundo y yo se lo agradezco de corazón.
¿Te ha quedado alguna espina clavada? ¿Algo que te hubiese gustado incluir y no hayas podido?
La verdad es que no, no se me ha quedado ninguna espina clavada y he podido contar y explicar todo lo que pretendía. No ha habido ningún tabú, todo el mundo ha hablado con sinceridad y sin cortapisas.
Volviendo a lo que supuso este disco en la carrera de Loquillo. ¿Crees que este disco ha sido su mayor apuesta? ¿Era un renovarse o morir?
Más que su mayor apuesta, creo que fue la consolidación de todas las grandes apuestas que había ido haciendo anteriormente, cuando decidió que no quería seguir toda la vida interpretando el mismo papel y decidió ensanchar los límites de su personaje, abriéndose a otros estilos como el jazz o la canción francesa. Discos como Mientras respiremos, La vida por delante, Nueve tragos o Mujeres en pie de guerra fueron muy audaces en su momento. No era lo que la gente esperaba de un artista consagrado como Loquillo y él tuvo que luchar mucho para defender esos proyectos. Creo que con Balmoral redondeó el resultado artístico de trabajos anteriores y demostró al mundo que no estaba equivocado. Los hechos le dieron la razón.
Para muchos es el mejor disco de Loquillo sin los Trogloditas. Eso puede tener una doble lectura ya que puede parecer que los discos posteriores no han sido tan buenos.
Cuando hablamos de un artista con la trayectoria de Loquillo es muy difícil elegir cuál es su mejor disco, cada uno tiene sus favoritos. Independientemente de gustos personales, yo sí que creo que Balmoral está entre lo mejor que ha hecho, sin ninguna duda. Es uno de sus trabajos más completos, toca un montón de estilos y tanto él como todo su equipo estaban en estado de gracia. Es más, diría que es precisamente a partir de Balmoral cuando ha grabado sus mejores obras, aunque ya digo que esto es una opinión como otra cualquiera.
Loquillo ha afirmado en alguna ocasión: “Somos la mejor banda de rock del país”. ¿Piensas que es así?
Pasa lo mismo que en la pregunta anterior, cada uno tiene sus grupos favoritos y es imposible encontrar una respuesta unánime. Objetivamente, me parece indiscutible que la banda de Loquillo está en el nivel superior, tanto por la calidad de los músicos que le acompañan como por el propio Loco, que es un artista icónico, tiene un carisma indiscutible. Yo creo que incluso aquellos a los que jamás les haya gustado la música de Loquillo reconocerán que ha marcado una época en el rock español y que muy pocos tienen una trayectoria comparable a la suya.
Si una cosa hay que reconocerle al Loco es que siempre se rodea de los mejores.
Sí, y eso es algo que dice mucho de su inteligencia y, aunque suene raro, de su humildad. Hay otros artistas que prefieren rodearse de gente que esté por debajo de su nivel para poder destacar, pero en realidad eso es un síntoma de su debilidad. Loquillo nunca lo ha hecho, él busca a los mejores en cada una de las facetas (compositores, instrumentistas…) y así consigue tan buenos resultados.
Ya has escrito sobre Duncan Dhu y Loquillo. ¿Tienes ya pensado tu siguiente libro?
No. Tengo alguna cosa pensada, pero nada decidido. Como te he dicho antes, las ideas tienen que ir tomando forma en mi cabeza. Si veo que tengo algo que pueda merecer la pena, me pondré con ello, claro.