Texto: ORPHEO.
Atentos a la editorial Libros del Kultrum, que viene con ganas de conformar un catálogo de lo más chulo. Por el momento, conocemos su nueva novedad, «Víctima de mi Hechizo – Memorias de Nina Simone».
“Hace casi treinta años que empecé a escribir este libro”, afirma Nina Simone al consignar la nómina de agradecimientos con los que ponía fin a la revisión de la primera edición en 1991. Casi otros tantos hubo que aguardar para poder verlo por fin traducido al castellano. La autobiografía de la gran cantante y pianista, que vería finalmente la luz gracias a la colaboración del cineasta Stephen Cleary, desgrana la evolución de la prometedora carrera artística de una precoz niña prodigio que a los tres años apuntaba ya muy buenas maneras. Formación pianística de la que se vería apartada —según afirmaba la propia artista— por el color de su piel, truncándose así el gran sueño de la que anhelara convertirse en la primera gran concertista negra de música clásica. Un mundo de privilegios reservados a la casta dominante en el que le fue vedado formarse, y cuyas injustas prebendas acabaría denunciando mediante su progresiva implicación —y posterior participación— en la lucha por la defensa de los derechos civiles.
Indómita y rebelde con causa —por muchos considerada Suma Sacerdotisa del Soul—, acaso una de las artistas más incomprendidas de nuestro tiempo, Nina Simone (1933-2003) encuentra en Cleary al confidente y escriba a quien compartir las vivencias que jalonarían su existencia dentro y fuera de los escenarios; en una suerte de ajuste de cuentas consigo misma, mas con el ánimo de explicarse y de alcanzar también, en el intento, una serenidad que jamás le sería concedida.
Sobrevivió a los “vaivenes entre el cielo y el infierno, los amores ardientes y los maridos abyectos, las sonoras protestas y las rabias calladas, los comportamientos erráticos, los exilios” y los desaires. Consiguió, no obstante, también sobreponerse a esas miserias y reunir la fuerza y la convicción necesarias para entregarse, durante buena parte de los años sesenta y setenta, al ejercicio de un activismo ejemplar en la lucha por una causa que pronto haría suya y a la que contribuiría con algunas de las canciones —como “To Be Young, Gifted and Black”— que acabarían convirtiéndose en los himnos de los diversos movimientos y asociaciones volcados en tan desigual lucha por la defensa de los derechos civiles de la población afroamericana. Canciones que iban a sacudir los hasta entonces apacibles cimientos de la acomodaticia industria discográfica norteamericana y a provocar una auténtica revolución, como destacan desde Libros del Kultrum.