On the Record: Tori Sparks

La artista estadounidense afincada en Barcelona Tori Sparks (foto: Javier Morcillo) es, como me llamaban de pequeño, un culo inquieto. Además de alegrar a sus vecinos estos días con conciertos varios desde su terraza, ha puesto en marcha la iniciativa ‘Amor en los Tiempos de Cuarentena’, disco y proyecto solidario para recaudar fondos para todos los artistas participantes, que son varios y talentosos: Además de ella misma, toman parte Mambo Jambo Arkestra, Che Sudaka, A Contra Blues, Ramon Aragall o Clarence Bekker, entre otros. Te animamos a que entres en este enlace de Verkami (antes de este domingo) y aportes tu granito de arena. Y ahora, conozcamos más de los gustos y recuerdos musicales de la maja de Tori…

¿Cuál fue la primera canción o disco que te enganchó?

Bueno, con 7 años me gustaron mucho New Kids on the Block, pero creo que eso no cuenta… ¿verdad? Cuanto tenía 14 años grabé una versión de “Angel” de Sarah McLachlan, que fue la primera cosita que grabé. Me encantó la simplicidad del arreglo y la pureza de su voz, y también entendía lo que quería decir con la letra, que es un poco extraño, si lo piensas bien, con esa edad. Hablando de discos, a la misma edad empecé a escuchar sin parar el disco ‘Rain Dogs’  de Tom Waits. Es un disco tan diferente de la música pop que oía por la radio… fue el primer trabajo donde comprendí el concepto de un álbum. No es solo una colección de temas juntos en un disco, sino un mundo en sí.

¿Y las primeras bandas o artistas de quienes te hiciste ferviente seguidor?

Creo que nos pasa un poco lo mismo a todos, que cuando tienes 13, 14, 15 años es cuando te apasionas por los o las artistas que te marcan para siempre. Solo que los que me gustaron no fueron de mi época, sino de la generación anterior: Tom Waits, David Bowie, Janis Joplin, Jon Mitchell, U2, The Beatles, Pink Floyd, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, gente rockera. Mis influencias de blues, jazz, folk, country, flamenco han venido en los años después. Incluidas en ellas — lo debo decir, nunca lo hago — bastantes mujeres solistas de las años 90, como Alanis Morissette, Tori Amos, Fiona Apple, Lauryn Hill, y otras. Es que nunca hablo de ellas cuando me preguntan por mis influencias, supongo que porque no fueron mis primeras influencias, pero no es justo que no les de crédito.

¿El primer álbum que te compraste?

Robé un casete de “grandes éxitos” de la casa de mi tía con 13 años. No me acuerdo del primero que compré… qué raro, ¿no? Escuchaba la música que tenía mi madre en casa, o la radio, hasta tener 14 años o así, cuando empecé a comprar discos. Sí que me acuerdo que me regalaron un CD de Fleetwood Mac cuando tenía 11 años, y recuerdo haber pensado que el formato CD no duraría mucho porque «el casete era el formato de música de verdad” (para mí)…  por la posibilidad de hacer mixtapes y tal, supongo, ni idea. Eso fue antes de descubrir el formato vinilo, claro, pero me hace gracia acordarme de ese momento. Aunque quizás tenía razón, ahora esa idea no es tan graciosa, ya que parte de mi trabajo es vender CDs… (risas).

¿Y el primer concierto al que acudiste? ¿Qué es lo que más recuerdas de él?

El primer concierto grande a que vi fue U2 cuando tenía 16 años. Les vimos dos veces, yo y unos amigos, en 2001 -una vez antes de que cayeran los torres en Nueva York, y una vez muy poco después, en la misma gira-. Recuerdo que fueron dos conciertos con ambientes muy distintos, por esa razón. También el haber pensado que el fenómeno de miles y miles de personas cantando un tema juntos debe ser una experiencia muy extraña y bonita para los artistas cuando actúan.  Pero en medio de estos dos conciertos en formato grande, vi otro en formato pequeño que me afectó bastante, también con 16 años, cuando iba a ver a una amiga un poco más mayor que ya estaba estudiando en la universidad. Fue de una mujer que se llamaba Amy Steinberg, una cantautora con una voz poderosa. Tocaba sola, y su locura y frescura en el escenario me impactaron igual o más que ver a Bono cantando a un estadio.

Idem con el primer bolo que realizaste… ¿dónde fue y con qué edad?

Canté una canción en la segunda boda de mi madre con 14 años, fue un poco desastre. ¡O al menos lo recuerdo así! En la universidad empecé a hacer micros abiertos,  luego conciertos pequeños con 17 años. El primero fue en un sitio pequeño en Tallahassee, se llamaba el Black Dog Café. Tenían un patio donde hacían conciertos acústicos,  al lado de un lago con lucecitas y velas por todos los sitios… ese fue mi primer escenario. Estaba nerviosa los primeros años, me temblaban las manos. No sé por qué, tampoco soy tímida, supongo que porque tocar en público es una experiencia diferente a la de escribir temas en tu habitación.

Concierto más especial que has ofrecido hasta ahora…

Supongo que debebería decir el del Festival de Jazz de Montreux, o abrir para Satrani, u otros conciertos grandes, pero los que más me han importadi han sido otros. Si tuviera que elegir, son entre los «balcony concerts” de los últimos dos meses —cantando para mis vecinos cada sábado desde mi balcón desde que empezó la cuarentena, para intentar animar el barrio— y el concierto donde hicimos la grabación del álbum en directo, Wait No More, en septiembre 2018. Digo lo de la grabación de Wait No More porque de verdad fue el momento más importante en mi vida profesional, y uno de los momentos más importantes en mi vida personal. Tenía la sensación de que casi todo el trabajo hecho hasta entonces había sido para llegar a ese momento. El apoyo y el amor que recibimos en este momento fue tan fuerte… es imposible explicar lo que fue la sensación de estar en el escenario en este momento, con una banda que amo detrás y 500 de nuestros mejores amigos enfrente, cantando por casi 3 cada uno.

Antes de la cuarentena hubiera dicho ese concierto sin pensar dos veces… pero los del “balcony» han sido casi igual de importantes en las últimas semanas. En este momento tan jodido en que nos encontramos, fue una manera de intentar mostrarle a la gente de mi comunidad que no están solos, darles un poco de alegría. Fue emocionante para mí cantar semana tras semana, viendo cómo la música conecta a gente que no se conocen, cómo puede ser una fuente de fuerza y esperanza para personas en situaciones desesperadas.

Fue una sensación rara también, sabiendo que es posible que no suba a un escenario durante un año, cantando encima de una escalera, muy expuesta, lo que te hace cantar diferente, como si fuera el último día de tu vida. Cada concierto es así, pero estos, aún más. De hecho, el primer concierto fue la primera vez en años que me temblaban las manos de nuevo, por no saber cómo iría y por todo que estaba pasando en este momento. Han sido momentos muy importantes, muy bonitos, y aunque no fueron conciertos grandes con luces y ni banda ni nada del estilo, me han recordado la razón por la que empecé en esto de la la música hace tantos años.

Lo mismo con disco y/o canción, si es que puedes elegir…

La canción sería “Cold War” -por eso forma parte del disco recopilatorio, Amor en Los Tiempos de Cuarentena-. Fue el primer tema de mi segundo disco, el primero que producía yo, y me ha acompañado muchos años. Ha sido parte de la banda sonora de la serie Criminal Minds en los EE.UU., y la he tocado en muchos formatos y muchos contextos —incluida una versión por bulerías en el último disco— y no me canso de ella, después de tantos años. Como disco, sería entre el disco grabado en directo Wait No More, El Mar. Wait No More por todo que acabo de contar y por el reto que fue grabar el directo, y el cariño que tengo hacia la banda.  El Mar, de 2014, porque fue el primer disco que hice con ese proyecto musical, la colaboración con Calamento y El Rubio. Empezamos una colaboración como «side project,” pero al final fue un proyecto que me ha cambiado la vida.

Alguna anécdota que te venga ahora mismo a la cabeza vivida durante algún bolo…

Tengo millones… ¡supongo que como cualquier persona que ha pasado tanto tiempo en el escenario! Recuerdo una vez que llegué a la prueba de sonido de un concierto en una gira de Francia… ¡y literalmente no habían terminado de construir la sala! Entonces compré vino, queso y pan del súper de enfrente,  e hice un concierto en el parking de delante para las personas que habían venido. Acabé durmiendo en la casa de un amigo al no había visto desde el colegio, que estaba viviendo cerca. En las giras todo es posible, ¡todo lo bueno y lo malo, y lo raro y bonito!

Como espectadora, ¿con qué concierto has disfrutado más?

Vi un concierto de la sitarista Anoushka Shankar en su gira Traveller, el disco en que combinaba flamenco con música de la India. A nivel musical, el mejor concierto que he visto, la energía entre los músicos fue muy especial. Pero hablando de disfrutar emocionalmente, de sentir que estaba volando, fue ver un concierto improvisado de varios músicos de muchos estilos en la taberna Babia en el Barrio Gótico, muy tarde, una noche de 2015 creo que fue. A veces los mejores conciertos no son los conciertos más “grandes,” son donde, en ese momento, los y las músicos encuentran ese “duende” o “mojo” o espíritu puro, y lo comunican a la gente en su estado crudo apoyados por una técnica practicada durante 10.000 horas antes.

¿Cuál o cuáles serían los discos que más has escuchado hasta el momento?

Últimamente escucho mucho A Kind of Blue de Miles Davis, te lo juro que llevo cada domingo escuchándolo durante dos años. Para mí es el álbum de los domingos por la mañana. Pero en general, a través de los años, probablemente The Joshua Tree (U2), Impossible Dream (Patty Griffin), Abbey Road (The Beatles), Cello Variations (J.S. Bach), Blue (Joni Mitchell), Rain Dogs Closing Time (Tom Waits), y quizás alguno más. Son dos que escuchaba mucho cuando hacía muchas giras sola, y pasaba mucho tiempo en el coche. Para mí un buen disco es uno que te acompaña bien conduciendo.

Una canción para venirte arriba…

Suelo hacer “playlists” y escucharlas por una semana, dos, o hasta meses. Ahora tengo una que hice para la cuarentena, la voy editando y cambiando. El primer tema  es “Drift Away” escrito por de Dobie Gray, que habla de la importancia de la música. También casi cualquier canción de Bowie me hace feliz, siempre ha sido mi amor platónico (yo y everybody else!)  O también temas de los 80s malos-pero-buenos como “Pour Some Sugar on Me,» siempre animan.

Una canción que siempre te lleve a la melancolía…

Me gustan las canciones tristes, no me ponen triste. Son catárticas, cuentan historias. Solo me ponen melancólica un par de temas que asocio con muy malos momentos, como por ejemplo «Nobody’s Crying» de Patty Griffin (por cierto, una muy gran artista de Austin, TX).

Fuera de discos y canciones, ¿qué lectura de temática musical recomendarías?

El número de mayo de la revista Rockdelux, que es su último número. Cierran después de 35 años, y les echaremos mucho de menos. Hablando de libros, siempre recomiendo Just Kids de Patti Smith. Capta muy bien el ambiente de NYC, y su estilo es tan natural que te sientas que estas pasando tiempo con una amiga que también tiene una banda, en lugar de estar leyendo un libro escrito por una leyenda de punk.

Cualquier cosa que quieras añadir…

Gracias por apoyar a la cultura y a la música independiente, Orpheo me ha apoyado con mis álbumes desde mis primeros días viviendo en Barcelona. Lo agradezco un montón, y aún más en estos momentos tan complicados para la música y para el mundo.  ¡Cuídate mucho, viva la música y viva Orpheo!

Sobre el Autor

Carlos Molina
Coordinador de las webs ORPHEO y RockinBilbo, fiel melómano, y amante del séptimo arte (y el noveno, esto es, el comiquero). Durante 12 años fue responsable del fanzine ORPHEO, antesala de esta web, del que editó medio centenar de números, junto a especiales varios dedicados a Héroes del Silencio, Bunbury y U2.
A %d blogueros les gusta esto: