‘Surrender. 40 canciones, una historia’. La rendición de Bono y la historia de éxito de U2

Texto: Andrés Mendiri.

¿Cómo llega un chico religioso y punk de un barrio de Dublín norte -Cedarwood Road- a encabezar uno de los grupos más importantes de la historia del rock? ¿Cómo termina un adolescente furioso y desmañado escribiendo canciones que se han convertido en himnos y atravesado los corazones de varias generaciones?

¿Cómo acaba un estudiante de instituto mediocre negociando en la Casa Blanca la condonación de la deuda de los países en desarrollo o la consignación de una partida presupuestaria milmillonaria para el acceso de la población africana más castigada por el Sida a los medicamentos contra el VIH?

Este tipo de progresión solo es posible en personas resueltas e inconformistas como el protagonista de este libro. En quienes tienen fe, convicción y atrevimiento, al mismo tiempo que curiosidad, instinto e inteligencia.

Todos estos rasgos de personalidad se adivinan en la autobiografía de Paul David Hewson, Bono, titulada ‘Surrender. 40 canciones, una historia’ (Reservoir Books).

Ya se habían publicado antes libros escritos por terceros sobre U2. Lógico teniendo en cuenta que son un grupo de masas (mainstream, si echamos mano del anglicismo). Pero nunca (que yo sepa) ningún miembro de la banda había contado en primera persona su propia vida y la del grupo.

Este libro es un auténtico regalo de Bono a los seguidores de U2. Porque no se deja nada en el tintero. Nada rehúye. Todo lo aborda. Y con un nivel de detalle y una sinceridad encomiables. Por ejemplo, Bono revela al final de la narración que hace poco tiempo supo que uno de sus primos es en realidad hermano. Nació de la relación breve que mantuvieron en secreto su tía -hermana de la madre de Bono- y su padre. Bono explica que la noticia no le pilló tan de nuevas. Fue una revelación, pero no una sorpresa, indica.

Precisamente su madre, Iris, muerta cuando el cantante tenía 14 años, es uno de los ejes de su vida, uno de los motores. La pérdida súbita de Iris marcó profundamente al adolescente Bono. Los otros ejes que configuran la vida del líder de U2 son Alison, su pareja, con quien empezó a salir a los 16 años, el mismo año del comienzo del grupo; sus 4 hijos (Jordan, Eve, Elijah y John); la Biblia, la religión y la espiritualidad; el activismo político, que le ha llevado a involucrarse en organizaciones y campañas a favor de la justicia social; y, cómo no, la música, las canciones, U2.

40, un número significativo para U2

Cada capítulo del libro es una canción del nutrido repertorio de la banda. 40 es un número significativo para U2. 40 es el título de la canción que cierra el tercer álbum de los irlandeses, War, y hace referencia al número del salmo de la Biblia del que se extrajeron los versos de la canción, Fue además la canción que el grupo utilizó durante muchos años para acabar sus actuaciones, con Larry Mullen Jr. percutiendo los parches de su batería solo en el escenario, poniendo a los conciertos el mejor de los broches y dejando en el aire el eco rítmico de su tremenda pegada.

Por las 680 páginas pasan la mayoría de los famosos del mundo del rock a los que Bono admira y con los que ha tenido relación: Bob Dylan, Jonnhy Cash, Paul McCartney, Prince, Mick Jagger, David Bowie, Bob Geldof, entre otros muchos.

También Pavarotti, que puso la guinda a ‘Miss Sarajevo’, la canción de The Passengers, grupo que ocasionalmente formaron The Edge, Brian Eno y el propio Bono. El pasaje en el que canta el tenor italiano es de una belleza sublime. Especial mención merece el relato que Bono hace de su estrecha amistad con el malogrado cantante del grupo australiano INXS, Michael Hutchence.

También hay capítulos dedicados a la relación de Bono con políticos, presidentes como Bill Clinton, George Bush, Barack Obama o el exmandatario soviético que promovió la perestroika, Mijaíl Gorbachov. Y pasajes en los que sale a relucir su amistad con figuras de primer nivel de la industria tecnológica como el fallecido Steve Jobs o Bill Gates.

De la que no hay rastro alguno en el libro es de la actriz española Penélope Cruz. A pesar de la supuesta amistad entre ambos. No en vano, en 2019, Bono entregó en persona el premio Donostia del festival de cine de San Sebastián a la protagonista de películas de Almodóvar como ‘Todo sobre mi madre’ y ‘Volver’. Lo dejo aquí anotado porque esperaba que saliera.

La adicción de Adam Clayton

Pero si de alguien habla Bono con admiración y respeto es de sus compañeros de aventuras musicales. Llega incluso a pedirles perdón públicamente. Llama positivamente la atención la humildad con se muestra en muchos casos el cantante de U2. Bono se describe a sí mismo como una persona intensa, vehemente por no decir iracunda. Una persona con la que, en muchas ocasiones, no habrá sido fácil trabajar, según él mismo reconoce.

Elegantemente las alabanzas las deja para sus compañeros de banda. Los elogios hacia el batería Larry Mullen Jr., hacia el bajista Adam Clayton y hacia The Edge son constantes. Los lazos entre los cuatro son fuertes. Bono no se corta en el libro al contar que el grupo ha superado momentos de máxima dificultad gracias al vínculo personal y artístico forjado entre los cuatro.

Algunos ya conocidos como la crisis creativa sufrida en los estudios Hansa de Berlín, adonde U2 fue a grabar a principios de los noventa -recién caído el muro- ‘Achtung baby’, uno de los mejores álbumes de su carrera, pero cuya gestación supuso un reto enorme y dejó no pocas heridas.

Y otros episodios menos conocidos como la adicción de Adam Clayton, ya superada por el bajista, quien sigue hoy en día haciendo terapia y comprometido con la rehabilitación. Clayton tocó fondo en 1993, una noche de fiesta descontrolada en Sidney, en el Zoo TV Tour. U2 tocaba dos noches seguidas en el estadio de la ciudad australiana y tenía comprometida la filmación de los dos conciertos para publicar el vídeo final de la gira. Adam Clayton no llegó a tocar la primera de las dos noches. Estaba inconsciente. Lo sustituyó ese día su asistente de instrumento. Sí pudo tocar la segunda noche, que fue la que sirvió para la grabación.

Se le puede achacar al libro de Bono que desfilen tantas celebridades. Cosa que al mismo tiempo se agradece porque a todos nos gusta saber de los famosos: que nos cuenten, como Bono hace en su libro, cómo se las gasta Condoleezza Rice en una negociación o como Prince sale de un bar después de una velada nocturna caminando por las mesas.

Si algo queda claro en esta estupenda autobiografía es que Bono, a sus 63 años, es un espíritu inquieto, capaz de rendirse, como reza el título del libro, para renacer. Porque una cosa es evidente, a la vista de este interesante, profundo, divertido y suculento relato escrito por el líder de la banda irlandesa más grande de todos los tiempos: Bono sigue sin haber encontrado lo que estaba buscando.

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