Lo comentábamos con nuestro compañero de concierto en el bolo de hace dos años en Bilbao y el de este fin de semana en Mundaka. Este sábado era la decimocuarta ocasión en la que veíamos al zaragozano Enrique Bunbury sobre un escenario: dos con Héroes, y ya en solitario, una en su etapa de Radical Sonora, seis con El Huracán Ambulante, y las cinco restantes con sus escuderos de lujo actuales, unos Santos Inocentes que, como el maño, han alcanzado una plenitud sonora envidiable.
Este bolo en el ‘cuco’ Mundaka Festival, en un paraje de postal, aforo más que saneado y cómodo de unos 2.500 espectadores y con destacada presencia de público infantil, alcanzó en calidad al ya majestuoso concierto de fiestas bilbaínas, y se metió de lleno en nuestro top 5. Y es que Bunbury está, sino en el cenit de su carrera, porque no para de evolucionar y crecer, sí en un momento excelso en estudio y sobre el escenario.
No sólo no es que no defraude, sino que raro es que no se lleve vítores y reconocimientos más que merecidos. Así como Iniesta nos dio un Mundial en el que, por fin, los españoles pudimos atestiguar que no teníamos nada que envidiar a otras grandes selecciones internacionales en fútbol, Bunbury y su banda lleva un par de temporadas compitieron en festis con grandes nombres de la escena mundial y demostrándoles que pueden competir de tú a tú con ellos a nivel sonoro, compositivo y de espectáculo, sin nada que envidiarles.
A Mundaka llegó con la gira de «Expectativas» bien rodada y abrió su show con cuatro de los temas más celebrados del disco: ‘La ceremonia de la confusión’, ‘La actitud correcta’, ‘En bandeja de plata y ‘Cuna de Caín’. Hubo espacio en los 80 minutos de concierto para momentos heroicos – ‘Mar adentro’, qué bonita escucharla con las olas golpeando a escasos metros del escenario, ‘Maldito duende’ con el zaragozano fundiéndose con las primeras filas, ‘Héroe de leyenda’- y más recientes, como ‘Despierta’, de un más que apreciable «Palosanto», o la re-versión más espectacular de la gira, un ‘Anzuelo’ aún más crudo y visceral que el original. Todo ello junto a clásicos e himnos de una generación de fans como la cabaretera ‘De mayor’, la siempre hermosa ‘Lady Blue’, ‘Hay muy poca gente’, una ‘Infinito’ con la que también jugó a perderse con el gentío, una ‘Si’ sometida a una reconstrucción y las volcánicas para el respetable ‘El hombre que no flaqueará jamás, ‘Que tengas suertecita’ o una ‘El extranjero’ tan de lamentable actualidad como hace casi ya dos décadas.
Bunbury se despidió pidiendo al público que no nos olvidáramos de ellos. Imposible hacerlo, más bien toca saber contener las ganas de verle de nuevo, junto a los Santos Inocentes, en directo.