Texto: Txema Mañeru.
¡El bretón se ha ganado a pulso la posibilidad de hacer “Todo” lo que le dé la gana! Sobre todo porque “Todo” lo hace bien. Para mucho seguirá siendo el autor de la música de “Amelie”, sobre todo y “Good Bye, Lenin!”. Pero para el buen aficionado es bastante más que eso. De hecho comenzó con Bästard, su banda post-punk hace ahora ya 25 años.
Ha firmado varias obras maestras heterogéneas como “Les Retrouvailles” o “Le Phare”. Ha colaborado con todos los mejores creadores de música francesa del nuevo milenio comenzando por el gran Dominique A, y siguiendo por François Breut, The Married Monnk o Les Tètes Raides. También con exquisitos nombres anglosajones como Lisa Germano, Stuart Staples (Tindersticks) Neil Hannon (The Divine Comedy) o con Shannon Wright con quien firmó un excelente disco completo compartido. Su formación fue clásica con piano y violín y nombres clave como Erik Satie o Micahel Nyman, pero él se quedó más prendado con el sonido de bandas como Joy Division, The Stooges o Eistürzende Neubauten.
Hace años estuvo mucho tiempo refugiado en la isla de Quessant. Ahora lleva ya casi una década en Ushant. Quizás por ello su música en los últimos tiempos vuelve a ser más minimalista y solitaria. Su anterior disco de hace 3 años ya se tituló “Eusa” el nombre bretón de la isla en la que reside. Ahora incluso ha grabado “All” (Mute / PIAS) en el estudio que se ha montado allí. El piano es clave en el preciosista sonido de su nuevo disco, pero si te sumerges en él hay muchos sonidos, voces y arreglos que lo alejan de los sonidos más leves e intrascendentes de muchas de las músicas new age que por ahí pululan. “Eusa” era una preciosidad. “All” yo creo que lo supera. Comienza de manera espléndida con una delicatessen total como ‘Tempelhof’ conducida por su piano y con leves adornos electrónicos. En ‘Koach (Wood)’ ya entran esas voces de tonos épicos que tanto le gustan y que le acercan al mejor Wim Mertens algo que también sucede en otros temas como ‘Pell (Far)’ con unas delicadas cuerdas también con reminiscencias a Nyman y con una voz que nos recuerda a los momentos más destacables de Enya. Un precioso violín nos dirige por los apacibles paisajes de ‘Usal Road’. Una grave voz masculina nos canta una especie de perversa nana titulada ‘Gwnennilied (Swallows)’ que puede gustar por igual al seguidor del Nick Cave más solemne que al de los Chieftains. Tierno final con una pausada ‘Beure Kentañ (First Morning)’ que se apaga con el maravilloso sonido de los trinos de los pájaros que habitan la isla en la que reside y ha creado esta pequeña maravilla. ¡Delicioso e incluso perversamente hermoso!