Allegaeon: «Apoptosis»

Texto: Mikel Fernández (SurimiWorld).

Vertiginosa trayectoria la de estos muchachos americanos que, en tan sólo once años de existencia han sido capaces de publicar un EP y cinco álbumes completos de un death metal técnico que aúna melodía, técnica y aires cercanos al metalcore por partes iguales.

Grabado en Denver y producido por Dave Otero, su productor habitual y conocido por sus trabajos con Cattle Decapitation o Cephalic Carnage, se presentan con un sonido crudo, en el que el protagonismo por parte de las guitarras es absoluto, aunque la batería no se queda atrás. Ésta, a pesar de sonar contundente, en algunos momentos peca de artificial (al menos en los bombos, o eso me ha parecido a mí). Las guitarras muy presentes en la mezcla, creando tanto muro de sonido infranqueables como atmosféricas melodías. Todo ello se complementa con un doble juego de voces entre una hipergutural y otra más chillona.

Durante el álbum son capaces de alternar exhibiciones instrumentales de altísimo nivel con partes salvajes, y blast-beats endemoniados con estribillos melódicos y pegadizos. Llaman la atención Extremophiles (B) y su juego de voces entre gutural y gorrinillo, la técnica Exothermic Chemical Combustion o la pesada y atmosférica Extremophiles A. Es a partir de Tsunami and Submergence (un maremágnum que empieza con una sección de cuerda, tiene partes cercanas a unos Dream Theater cañeros, voces limpias y un final brutal) cuando Allegaeon sacan lo mejor de sí, con la acústica Colors of the Currents (con colaboración de la guitarrista clásica Christina Sandsengen), el cañero Stellar Tidal Disruption y el apoteósico Apoptosis – tema final del disco.

Es un disco que le cuesta entrar. A mí ha tardado en calarme, pero la verdad es que no se le puede poner un solo pero. Es variado, tiene cierto punto de originalidad y técnicamente es una gozada, aunque a veces me da la sensación de que intentan picar de muchos platos y hay momentos en que no sabes a qué carta juegan. Al menos es una apuesta por un sonido personal, cosa que en una época de clones se agradece, aunque no termine de ser santo de tu devoción.

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