Texto: Mikel Fernández (SurimiWorld)
Ya ha llegado otro de los discos más esperados de 2018, el duodécimo álbum de los finlandeses Amorphis, una de esas bandas que siempre han hecho gala de una personalidad y sonido propios. Autores de joyas como Tales from the Thousand Lakes y Elegy, en su carrera siempre han ido evolucionando de un disco a otro.
Finalmente, tras ir evolucionando su sonido desde el death metal de sus inicios hasta el metal melódico de tiempos más recientes, quitando y poniendo voces agresivas, desde el The Beginning of Times en 2011 se han asentado en un tipo de música concreto, ese metal melódico con ramalazos tanto suaves como agresivos que tan buen resultado les dio con su anterior Under the Red Cloud (2015), que sonaba un pelín más agresivo.
Este Queen of Time sigue en la onda de metal melódico que Amorphis han refinado en esta década. Es más, diría que han ido a asegurar y, en lugar de introducir alguna variación o nuevo elemento, han optado por repetir esquemas, empezando por el productor, el omnipresente Jens Bogren. Destaca también la colaboración de Francesco Ferrini, de Fleshgod Apocalypse (parece que Nuclear Blast lo va a meter en todos sus lanzamientos), que ha echado una mano en las orquestaciones.
Dentro del álbum destacan temas como The Bee, tema que abre el disco y que marca los derroteros por los que continuará el resto del álbum; Daughter of Hate es la canción más agresiva del disco y en la que Tomi Joutsen recupera el tono de voz más agresivo que introdujera en el anterior álbum; We Accursed es también otro de los mejores temas, con un estribillo épico, riffs de teclado con reminiscencias de Dream Theater y en general, un ritmo vivo y alegre, mientras que en Pyres on the Coast,por contra, sacan su vena más melancólica.
Como siempre estamos ante un magnífico trabajo, quizá para mí un poco por debajo del genial Under the Red Cloud. Este es quizá menos variado, menos metalero y más tranquilo, pero Amorphis mantienen el nivel de calidad al que nos tienen acostumbrados.