Infant Annihilator: «The Battle of Yaldabaoth» (Not on Label)

Texto: Mikel Fernández (SurimiWorld).

Mi primera vez con Infant Annihilator no fue precisamente ortodoxa: les conocí dentro de un vídeo chorra de Loudwire (10 baterías estúpidamente rápidos o algo así), y de todos los que aparecían el que más destacaba era Aaron Kitcher, batería de Infant Annihilator. Por eso cuando ví que tenían nuevo disco no pude evitar ponerme con él para ver si esos 30 segundos del vídeo de Loudwire eran casualidad o tendencia…

Infant Annihilator es una banda inglesa que practica una especie de mezcla entre death metal, deathcore y grindcore salvaje con unas letras que oscilan entre el humor negro oscuro y “el pasito más allá”, las burradas más gores desde los primeros Cannibal Corpse. Y técnicamente son buenos, muy buenos, como no puede ser para tocar a semejantes velocidades sin descarrilar.

Formados como un “grupo de internet”, por ahora sólo pasan de ser un mero proyecto de estudio. Y ahí es donde la frontera entre el proyecto serio y el mero “chiste” se empieza a difuminar, porque a estas alturas no sé si son la versión death metal de Gigatrón o Nanowar o si simple y llanamente se han dedicado a cruzar las últimas fronteras que quedaban en cuanto a velocidades y letras retorcidas. Sirva de muestra el vídeo de Three Bastards para hacerse una idea del asunto.

El disco suena muy bien, incluso en los momentos en que los golpes en la caja de la batería casi parecen un zumbido de la velocidad a la que van. Las guitarras suenan afiladas y todo el junto queda bastante nítido, pero el problema para mí viene con los temas. El inicial Childchewer está bastante bien, alternando un poco de todo, pero luego pasa a ser un disco de momentos más que de temas. Cuando no se embalan o meten arpegios sin cesar tienen su punto (Three Bastards, Plauebearer, A Rape of Sirens), pero la sensación es más de aburrimiento que otra cosa.

Como decía, no estoy seguro de si esto es un chiste o no, por lo que tampoco sé cómo tomármelo. Si van en serio, me parece que estas velocidades quedan bien como mera exhibición de técnica (algo así como el “¡ama, mira!” de nuestra infancia), pero como música para escuchar no le veo sentido (¿me estaré haciendo mayor?). Y si son un chiste, me parece uno demasiado largo.

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